(Unas breves observaciones de un abuelo moderno, pero no tan moderno)


Me encontraba plácidamente sentado al frente del televisor esperando mi noticiario preferido cuando me sorprendió un anuncio que nunca había visto. Se trataba de dos jovencitos que estaban en el aula de una escuela en el momento en que la profesora impartía  la clase, y él le hace una seña a ella, respondiendo ésta con un  ademán de que sí. Confieso que en un primer momento pensé que se trataba de un asunto relativo a la clase, quizás confirmando alguna duda sobre un tema.

 
En el anuncio se ve a ambos abandonar juntos la escuela. Al regresar al aula la profesora invita al  varón a que pase a la pizarra para lo que yo ingenuamente creí que era descifrar alguna fórmula propia de la clase, pero me sorprendo cuando veo que no se trataba de ningún asunto relativo a los estudios, sino que en un juego de letras él las combina formando la palabra CONDÓN. Ella lo mira y le hace una seña de aprobación, como diciendo: ¡suerte que lo hicimos protegidos!
 
Una de las actividades más placenteras para el ser humano lo constituye sin lugar a dudas las que tienen lugar en un encuentro carnal entre un hombre y una mujer, cuando las mismas son fruto de una voluntad propia y espontánea, o más aún lo que en la actualidad se denomina un consentimiento sexual informado. Amor y desamor son consecuencias necesarias de esas relaciones, las cuales son unas pasajeras y otras duraderas, pero de todas maneras la mayoría de las veces satisfactorias.
 
Sin las relaciones sexuales  la humanidad no habría tenido lugar. De ahí el mandato bíblico de “creced y multiplicaos”. Pero tampoco ninguna otra especie del reino animal. La diferencia está en que mientras en los humanos esas relaciones se producen por placer, más que por compromiso,  en el reino animal se producen como un imperativo de la naturaleza para el mantenimiento de la especie. De ahí es que se dice que el ser humano es el único ser viviente que practica las relaciones sexuales por placer.
 
Pero cuando esas relaciones resultan ser la consecuencia de una violación, adquieren una dimensión totalmente diferente. La literatura universal se encuentra inundada de aspectos relativos al tema. Como ejemplo tomemos lo que más adelante nos relata, a mi modo de ver, el más prolífico irreverente escritor latinoamericano de todos los tiempos, nacido en el 1860 y fallecido en el año 1933.
 
Me refiero al colombiano José María Vargas Vila, quien en una de sus obras nos relata el acto de violación de que fue objeto la niña pastora de rebaños llamada  Giovannina , por Flavio, un personaje de uno de sus libros, hecho ocurrido lejos de Roma, cerca del Monte Porzio, “a la sombra de unos arbustos somnolientos, viendo el río rodar quieto y pausado como una humilde vida hacia la muerte….” y, rodeando con mi brazo el cuello recio de la niña devoré su rostro a besos y mordí con delicia las cerezas de sus labios. Sorprendido y amedrentada rehuyó las caricias, y cuando mis manos profanadoras tocaron ávidas el tesoro de sus senos, se defendió con valor, presa de una verdadera cólera”.
 
“Entonces fue una desesperada lucha en que venció mi fuerza. Tumbada al suelo, ultrajada y dominada, sufrió mis violaciones, llorando y defendiéndose, como una gata salvaje, con los dientes y con las uñas; y en el silencio del llanto murió el grito de su virginidad asesinada”.
 
“Nunca olvidaré la mirada terrible de sus ojos, el gesto desesperado de sus brazos, su grito de maldición cuando ya profanada se escapó llorosa y triste, por la llanura negra en el crepúsculo rojo, que hacía espejismos blondos sobre el moaré de las aguas lejanas. Luego de esta aventura, que tuvo por resultado el nacimiento de un niño, estuvieron a punto de ocasionarme grandes contratiempos, que fueron transitoriamente arreglados con unos centenares de libras, dados a los padres de la niña. Nueve meses después, día por día, vi entrar a mi estudio los padres de la pastora que traían un envoltorio en los brazos. –La Giovannina, ha parido esto –me dijeron-, y ella no quiere alimentar el bambino; aquí está; y pusieron el niño sobre el diván, que acaba de abandonar una bella modelo. Yo había hecho ese niño, era mío, era sangre de mi sangre, y carne de mis carnes, y sin embargo, yo, su padre, no sentía por él amor, ni atracción, ni siquiera simpatía, sino un temor, una aversión, un odio cobarde, por ese ser que entraba así en mi vida, como una hostilidad. Un rencor sordo y confuso, me agitaba contra ese ser inerme, inconsciente, que dormía un sueño animal, en las toscas blancuras de sus ropas de neonato”.
 
La violación sexual contra una mujer es un hecho grave, y más grave aún cuando se ejecuta contra una adolescente, y peor todavía cuando a consecuencia de ella se produce un embarazo.
 
Nuestra legislación penal tipifica la agresión sexual como toda acción sexual cometida con violencia, constreñimiento, amenaza, sorpresa, o engaño. Mientras que la violación es todo acto de penetración sexual, de cualquier naturaleza que se sea, cometido contra una persona mediante violencia, constreñimiento, amenaza o sorpresa. La situación del violador se agrava cuando es cometida contra un niño, niña o adolescente.
 
El embarazo de una adolescente podemos tratarlo desde diferentes tópicos. El embarazo fruto de una relación entre un adulto y una adolescente y el embarazo fruto de una relación entre adolescentes. A esos fines es importante hacer la distinción entre adulto, niño o niña y adolescente que nos ofrece la Ley núm. 136-03, denominada Código para el Sistema de Protección y los Derechos Fundamentales de Niños, Niñas y Adolescentes.
 
Adulto es toda persona que haya alcanzado los 18 años de edad. Adolescente es toda persona desde los 13 años hasta alcanzar los 18 años de edad. Niño o niña es toda persona desde su nacimiento hasta los doce años, inclusive.
 
Como se observa de lo anterior, un adolescente no es ni un niño o niña, pero tampoco es un adulto. Es toda persona que se encuentra comprendido entre los 13 hasta los 18 años de edad. Partiendo de esto podemos decir que para lo que nos interesa una niña de 13 años de edad es una adolescente y por lo tanto susceptible de ser embarazada.
 
A pesar de que lo importante para esta ocasión no es dilucidar las complejidades que tiene el tema desde el punto de vista penal, es importante hacer algunas precisiones al respecto.
 
En nuestra legislación de naturaleza penal se sanciona con prisión y multa cuando un adulto, sin ejercer violencia hubiere hecho grávida a una joven menor de 18 años. La pena es mayor cuando hay de por medio vínculos de afinidades o parentesco.
 
Cuando el raptor o seductor fuere de igual o menor edad que la joven raptada o seducida la sanción se reducirá a la mitad de la pena. Pero cuando ambos o uno de ellos fuere menor de 18 años la sanción será la establecida por la Ley núm. 136-03.
 
En mi obra Tratado Práctico de Responsabilidad Civil Dominicana, en su  sexta edición del año 2010, trato algunos aspectos legales que pudieran ser interesantes para el tema. Les invito a ahondar en el mismo consultándolo.
 
El embarazo de las adolescentes más que un problema legal, constituye problema social, médico y sociológico, pues afecta a la sociedad entera, independientemente de si se trata de relaciones consentidas o no. Es que una adolescente no se encuentra en la plena capacidad de asumir las responsabilidades que implican ser madre. Obviamente que el asunto se agrava cuando ese embarazo es fruto de una violación.
 
Se podría argumentar que las relaciones sexuales de los adolescentes es un derecho, pero me gustaría que alguien me dijera en qué texto se amparan los que abogan por su existencia. Se podría afirmar también que la adolescente consintió en esas relaciones, y yo vuelvo a preguntarme ¿cómo justificar un pretendido consentimiento de una niña de 13 o 14 años? ¿Qué capacidad de discernimiento tiene para determinar lo conveniente o no de esas relaciones, así como medir sus consecuencias? ¿En qué contribuye al bienestar del país o de la propia formación de las adolescentes a que se incentiven sus relaciones sexuales?
 
El anuncio de televisión a que me he referido anteriormente,  que creo que tiene el auspicio de un organismo gubernamental y de otro de la cooperación internacional, más que pretender evitar el embarazo de las adolescentes, lo que hace es incentivar las relaciones sexuales entre ellos. Pero lo que es peor es una expresa invitación a los jóvenes estudiantes a que aprovechen sus horas  de escolaridad para que furtivamente puedan abandonar sus tareas escolares para dedicarse a sostener ese tipo de relaciones.
 
Como abuelo moderno, pero no tan moderno, quiero concluir con un consejo que en una ocasión observé en un restaurante de Ciudad México que según recuerdo decía más o menos así: “EL MEJOR ANTICONCEPTIVO ES: NO”.

Una respuesta

  1. Bueno, según expresa lo del anuncio, incentiva a tomar esa decisiones ya que el lugar donde de encuentran mas jóvenes es en las escuela, entonces brindan esa idea, o táctica mas bien pero creo que es un asunto el cual debe de ser tratado desde la cuna del hogar, ya que desde allí es donde se le realiza o se brinda el conocimiento previo que trae las relaciones sexuales a temprana edad, al cual yo con la poca edad que tengo pienso que es algo que trae consigo consecuencias que pueden cambiar una vida de proyectos ya forjados de antemano.

    #de acuerdo con la frase el mejor anticonceptivo el decir no.
    .::Engels Luis Polanco::.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *