¡Familia que ora unida, permanece unida!
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Tal como había anunciado en un post anterior a propósito de la responsabilidad de la educación en nuestro país, hoy me refiero al tema relativo a la familia, uno de los tópicos más abordados por la literatura y por los estudiosos de las ciencias sociales. Todos coinciden en que ella es el eje central de nuestra sociedad y que todos debemos fortalecerla.


La versión más aceptada es que el término familia se deriva del latín “famulus”, que significa sirviente o esclavo.


Los conflictos que alteraron la paz entre las personas se iniciaron desde los orígenes de la humanidad. Bastó con que Dios le creara una compañera a Adán para que por el simple hecho de la convivencia se produjeran entre ellos conflictos. Las prohibiciones establecidas por el Señor, quizás como una muestra de probar hasta dónde el ser humano sería capaz de acogerse a las normas por él establecidas, constituyó el primer gran reto. El comer del árbol prohibido fue la primera transgresión y la que produjo el primer conflicto, pues esto condujo a que Dios interviniera no como un ente de mediación, sino sancionador. En lo adelante, y más a partir del nacimiento de Caín y Abel, las relaciones se fueron haciendo más complejas y con ellas aumentaban los conflictos que de una manera u otra alteraban la paz de la familia.

El célebre Friedrich Engels, dijo en 1892, en el Prefacio a la cuarta edición de su obra el Origen de la Familia, la Propiedad y el Estado, publicada en 1884, lo siguiente: “El estudio de la historia de la familia comienza en 1861, con el «Derecho materno» de Bachofen. El autor formula allí las siguientes tesis: 1) primitivamente los seres humanos vivieron en promiscuidad sexual, a la que Bachofen da, impropiamente, el nombre de heterismo; 2) tales relaciones excluyen toda posibilidad de establecer con certeza la paternidad, por lo que la filiación sólo podía contarse por línea femenina, según el derecho materno; esto se dio entre todos los pueblos antiguos; 3) a consecuencia de este hecho, las mujeres, como madres, como únicos progenitores conocidos de la joven generación, gozaban de un gran aprecio y respeto, que llegaba, según Bachofen, hasta el dominio femenino absoluto (ginecocracia); 4) el paso a la monogamia, en la que la mujer pertenece a un solo hombre, encerraba la transgresión de una antiquísima ley religiosa (es decir, el derecho inmemorial que los demás hombres tenían sobre aquella mujer), transgresión que debía ser castigada o cuya tolerancia se resarcía con la posesión de la mujer por otros durante determinado período”.


José Antonio Pagola, en su obra Jesús, Aproximación Histórica, nos dice sobre la familia en tiempo de Jesús que en Nazaret la familia lo era todo: lugar de nacimiento, escuela de vida y garantía de trabajo. Fuera de la familia, el individuo quedaba sin protección ni seguridad. Sólo en la familia encuentra su verdadera identidad.


Dice Albert Hourani que entre los pueblos árabes de la antigüedad los nómadas, aunque constituían una minoría de la población, montados en camellos, un grupo móvil y armado, eran los que, unidos a los grupos de mercaderes de los pueblos, dominaban a los cultivadores y los artesanos. Su ética que premiaba el valor, la hospitalidad, la fidelidad a la familia y el orgullo de los ancestros también era la que prevalecía. No estaban sometidos a un poder de coerción estable, pero sí a la jefatura de los hombres que pertenecían a las familias alrededor de las cuales se reunían, durante un cierto tiempo, los grupos de adeptos, quienes expresaban su cohesión y su fidelidad en el idioma del linaje común; tales grupos recibían generalmente la denominación de tribus.

En el pasado el mayor foco de alteración de la paz de la familia fueron las guerras. La conquista de los países y el afán de obtener mayor extensión territorial fue un factor decisivo para las ocurrencias de las grandes guerras; se peleaba por la tierra, unas veces para satisfacer el ego personal de algún monarca, emperador, rey o sultán o como se llamare, y otras veces por razones religiosas, económicas y hasta para la venta de armamentos.

En la actualidad cuando prácticamente han terminado las grandes guerras, la humanidad pensó que por fin llegaría la paz al seno de la familia. Pero aún hoy día, la familia no alcanza la paz, porque tenemos otra guerra: la intolerancia y el irrespeto hacia la persona humana  que se han convertido en la principal fuente de conflictos y alteración de la paz familiar.

No basta con tratar de eliminar los conflictos para de esa manera eliminar los atentados a la paz familiar, pues la convivencia social produce necesariamente tensiones que entre los miembros de la comunidad producen conflictos, lo que debemos es promover una cultura de paz entre los miembros de la comunidad.


Hoy se considera que la pobreza y la exclusión social si bien están afectadas por la globalización, también se encuentran influidas por las transformaciones que se producen en las estructuras de las familias. El vínculo familiar, que anteriormente consistía en un apoyo social y en ocasiones en soporte económico, hoy se ha resquebrajado considerablemente.

Hay que tomar en cuenta el auge de la familia no convencional. Mujeres solas con hijos; descuidos de los padres en la educación de los hijos; mala calidad de la educación pública; hogares que pueden ser alojamientos, pero jamás hogares en el buen sentido de la palabra, que en vez de ser puntos de encuentros son puntos de desencuentros; compañeros o compañeras sentimentales que no asumen una responsabilidad de hogar común; adolescentes embarazadas; cerebros de jóvenes marcados por el uso de substancias perjudiciales a su salud mental y física. Realmente, nuestros patrones de conducta han cambiado.

La familia, no obstante el resquebrajamiento que ha sufrido en los últimos años, se mantiene como el núcleo principal de nuestra sociedad.

La Constitución de la República dispone que la familia es el fundamento de la sociedad y el espacio básico para el desarrollo integral de las personas. Se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la decisión libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio o por la voluntad responsable de conformarla.

De su parte el Código para el Sistema de Protección y los Derechos Fundamentales de los Niños, Niñas y Adolescentes (Ley 136-03) establece que la familia es el grupo integrado por a) el padre y la madre, los hijos (as) biológicos (as) adoptados (as) o de crianza, frutos de un matrimonio o de una unión consensual; b) el padre o la madre y sus hijos e hijas; c) los cónyuges sin hijos e hijas; d) los descendientes, ascendientes hasta el cuarto grado de consanguinidad (padres, hermanos y hermanas, abuelos, tíos, primos).

La Carta Magna dominicana proclamada el 26 de enero de 2010 consagra lo que a mi modo de ver son los seis derechos directamente ligados a la familia, que son 1) toda persona tiene derecho a constituir una familia, en cuya formación y desarrollo la mujer y el hombre gozan de iguales derechos y deberes y se deben comprensión mutua y respeto recíproco; 2) El Estado garantizará la protección de la familia. El bien de familia es inalienable e inembargable, de conformidad con la ley; 3) El Estado promoverá y protegerá la organización de la familia sobre la base de la institución del matrimonio entre un hombre y una mujer. La ley establecerá los requisitos para contraerlo, las formalidades para su celebración, sus efectos personales y patrimoniales, las causas de separación o de disolución, el régimen de bienes y los derechos y deberes entre los cónyuges; 4) Los matrimonios religiosos tendrán efectos civiles en los términos que establezca la ley, sin perjuicio de lo dispuesto en los tratados internacionales; 5) La unión singular y estable entre un hombre y una mujer, libres de impedimento matrimonial, que forman un hogar de hecho, genera derechos y deberes en sus relaciones personales y patrimoniales, de conformidad con la ley; 6) La maternidad, sea cual fuere la condición social o el estado civil de la mujer, gozará de la protección de los poderes públicos y genera derecho a la asistencia oficial en caso de desamparo.

Es importante destacar que en nuestra legislación el eje central de la familia se encuentra en la unión entre un hombre y una mujer, ya se trate del concepto constitucional o de la ley sustantiva, de donde se infiere que en la República Dominicana no hay posibilidad legal de que se produzca un matrimonio entre personas pertenecientes al mismo sexo.

Como integrantes de una familia que en conjunto conforman la sociedad tenemos muchos derechos, pero también tenemos muchos deberes que cumplir. El día que todos ejerzamos nuestros derechos y cumplamos con nuestros deberes, tendremos un mejor país.


¡Fortaleciendo hoy la familia tendremos mañana un mejor país!

Una respuesta

  1. Totalmente de acuerdo en sus planteamientos. Hoy día el concepto de familia se diluye…se pierde, en violencia intrafamiliar, niños criados fuera del seno familiar por diferentes razones, padres que abandonan, muchas madres solteras, entre otros. Debemos educar para mantener la familia unida y el Estado tiene el sagrado compromiso constitucional de apoyar esta titánica labor.

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